Durante un tiempo se ha dicho que la industria del marketing está pasando de estar centrada en el evento a ser impulsada por las cifras, si bien es cierto, ya que actualmente los marketers y empresarios ejercen gran presión sobre el análisis analítico y el rendimiento de la inversión, no podemos dejar de lado el hecho de que existe otra ola de cambios que afirma la importancia de crear experiencias positivas, transformadoras y memorables a través de las ideas creativas y el pensamiento de diseño.
En el mundo en el que la tecnología ya no nos deja nada al azar, se le exige a las marcas que creen mejores experiencias con los clientes y en éstos, adaptar el diseño del evento de acuerdo con los conocimientos del usuario.
Es en este punto, donde el pensamiento del diseño empieza a jugar su mejor papel, ya que es la mejor herramienta para que las marcas creen experiencias que se consideran relevantes y puntuales, pues aunque tiene elementos visuales, sus raíces son más pragmáticas que estéticas.
En esencia, el pensamiento de diseño es la práctica radical, aunque intuitiva, que permite considerar los comportamientos, gustos e intereses de las personas, para realizar la totalidad de su experiencia, al crear productos, espacios y activaciones de marcas o productos.
Esta corriente va tomando fuerza en la industria de los eventos del mundo, gracias a que aunque la era digital está en cada espacio del mundo actual, aún dependemos de encuentros y contactos en persona, tangibles y en vivo. Según la revista Forbes, el 90% de los millennials prefieren trabajar con un agente de bienes raíces al comprar una casa, aunque todo el proceso es manejable sin terceros. Estadísticas como estas, son las que apuntan a que el consumidor conectado puede estar involucrado en sus redes sociales y teléfonos inteligentes, pero todavía quiere y necesita estructuras físicas y experiencias para anclar esos mundos virtuales a la realidad.
En conclusión, los eventos y las ferias son una gran oportunidad para poner en práctica este principio, donde las marcas y negocios pueden ofrecer ventanas críticas para establecer una conexión más duradera con sus consumidores, además de inspirar, motivar e involucrar a su audiencia de una manera que respalde la lealtad y la retención de los clientes.